01 agosto, 2014

Reseña: "Nos vemos allá arriba", de Pierre Lemaitre


 Título:Nos vemos allá arriba
Autor: Pierre Lemaitre
ISBN: 978-84-9838-591-5
Número de páginas: 448
Editorial: Salamandra
Con los últimos días de la Primera Guerra Mundial como punto de partida y un brutal planteamiento, Nos vemos allá arriba nos deja con el aliento contenido desde la primera a la última página.

Unos días antes de que se firme el Armisticio, el teniente teniente d’Aulnay-Pradelle, un aristócrata que asiste al desmoronamiento de su patrimonio, ordena una absurda ofensiva con la que conseguir la gloria y el dinero para reconstruir su heredad. Para ello no reparará en enviar a sus hombres a una muerte segura, tan segura como que ordena abatir a dos de ellos por la espalda y él mismo empuja a otro, Albert Maillard, al interior del agujero producido por un obús. No necesita rematarlo: otra bomba lo sepulta y el soldado Maillard se asfixia en su interior con la única compañía de la cabeza de un caballo muerto.

Así termina un primer capítulo en el que Lemaître nos hace sentir dentro de la piel agónica de Maillard. En el siguiente, el soldado Édouard Péricourt consigue devolverlo a la vida tras reanimarlo. Inmediatamente después, un proyectil estalla y le destroza la cara, ligando las existencias de ambos para siempre.

Édouard salva a Albert y este se siente en deuda. Por ello, no solo se desvive por su bienestar, sino que le consigue una nueva personalidad para que evite reencontrarse con su familia, y cuida de él con dedicación de madre.

A partir de entonces comienza una historia de enredos, ambiciones, engaños y dolor, un dolor que empapa a todos los personajes y les obliga a actuar de formas que jamás hubieran imaginado antes.

Albert encuentra el valor que nunca tuvo para sortear todos los problemas que se les plantean a Édouard y a él. Édouard convive con su propia y monstruosa realidad y alcanza un equilibrio inestable. El señor Péricourt al fin cede a la evidencia de que quiere a su hijo a pesar del rechazo que le produce su personalidad explosiva y amanerada, y que daría lo que fuera por
tenerlo a su lado. Y los villanos entretejen sus enredos.

Lemaître aprovecha hechos reales para articular su historia: los fraudes que se realizaron a costa del sufrimiento de los franceses, que deseaban que los cadáveres de sus hijos descansaran con dignidad.

Personas sin escrúpulos se enriquecieron negocios enormes desenterrando cuerpos de víctimas para enterrarlos en grandes cementerios, sin identificar adecuadamente, empleando ataúdes pequeños que implicaban que había que romper los huesos para que cupieran o, simplemente, rellenarlos con tierra en lugar de con los cadáveres.

Es aquí donde vuelve a aparecer el teniente d’Aulnay-Pradelle, el villano indiscutible.
Pero aún habrá otro gran fraude más: el ideado por Édouard, el tullido sin cara, hipersensible, homosexual y repudiado desde niño por su riquísimo padre. 

La acción es trepidante, las situaciones, siempre al límite. Los personajes, intensos, perfectamente dibujados, los sentimientos, potentes.
No puedes parar de leer. Una situación al límite te lleva a la otra.

El libro me ha encantado, me enganchó desde el primer momento. La originalidad de las situaciones y los personajes, por las descripciones vívidas: ese agujero por cara y el gorgoteo de Édouard cuando intenta hablar, el trabajo en los cementerios, el guaperas d’Aulnay Pradelle, la cabeza del caballo, las máscaras, el funcionario, las alas de ángel, el miedo de Albert.

Se podría decir, como en la sinopsis que nos ofrece la contraportada, que esta novela es “un emocionante canto a la capacidad de superación del ser humano y, a la vez, un fresco y atrevido retrato de una sociedad descompuesta por uno de los más crueles inventos del hombre: la guerra.”

Yo no aseguraría tanto: la capacidad de superación, ese retrato de una sociedad descompuesta por la guerra solo son una magnífica excusa para elaborar una fantástica historia de enredos y aventuras que me ha encantado, pero también incomodado.
Lemaître emplea un estilo irregular, que oscila entre la narración vigorosa y las interpelaciones al lector, en las que adelanta lo que va a suceder o explica todos y cada uno de los movimientos del alma de los personajes.

La crítica francesa ha destacado su poder para combinar los recursos de la literatura popular, con una prosa ligera,  con la escritura de calidad. Dice Lemaitre que él siempre ha querido escribir historias como las de Dumas con el estilo de Tosltói. Personalmente, hubiera preferido que se ciñera al estilo de Tolstoi.

Otro aspecto negativo es el esquematismo de algunos personajes, en particular, el de d’Aulnay-Pradelle. El blanco y negro de este personaje y de algunos otros resta grandeza a la historia. Tal vez, la potencia del resto de los personajes consiga que este esquematismo sea perdonable. Eso, y el hecho de a veces es divertido tener a quién odiar.
A pesar de todo ello, el balance es muy positivo. Nos vemos allá arriba es un libro que merece ser leído y disfrutado.

Crítica: +Ana J. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu participación y punto de vista es lo que hace a este club crecer y edificarnos a todos como lectores.
Aquí aprendemos a leer, en un periodo en el que todo el mundo escribe y habla por los codos, nosotros leemos y escuchamos.