30 junio, 2015

Reseña de "La metamorfosis" de Franz Kafka

Han pasado cien años…

...y La metamorfosis de Franz Kafka (1883–1924) sigue gozando de buena salud. Cuando el lector se acerca a novelas de esta categoría, comprueba que los males que agobian al mundo occidental, no han variado mucho con el paso del tiempo. Estamos ante una fábula que puede ser una fidedigna representación del circo en que vivimos.
La metamorfosis es una de las pocas obras de Kafka, que vio editada en vida. Se trata de una novela corta del género fantástico, que sin embargo, retrata con destreza varios de los problemas del mundo occidental, tales como la soledad, la incomunicación, la enfermedad, el egoísmo, la cobardía, el rechazo al diferente o las tensiones laborales. Una novela que se lee de un tirón; de estructura sencilla, consta de tres capítulos, y en cada uno de ellos, Gregor traspasa la puerta de su habitación, que conecta con el cuarto de estar de la casa donde reside con sus padres y hermana. Sin vaguedades, desde la primera línea, Kafka introduce al lector en la fábula:
Una mañana, tras despertar de un sueño intranquilo, Gregor Samsa se vio en su cama trasformado en un monstruoso bicho.
Franz Kafka
En la obra del genio checo, maestro del cuento, es frecuente el uso de animales para criticar las conductas del hombre y su relación con la sociedad. Topos, chacales, caballos, chimpancés, sirenas, buitres, ratones, gatos o perros, forman parte de la variopinta fauna de cuentos y relatos de Kafka, que Anagrama publicó en el año 1990, bajo el título Bestiario, Once relatos de animales, con edición y prólogo del profesor Jordi Llovet.
La sinopsis de La metamorfosis es de sobra conocida hasta por aquellas personas ajenas a su lectura: Gregor, un representante de tejidos, debe coger el tren que le lleve al trabajo, sin embargo, al verse convertido en un bicho, se siente confuso; al otro lado del tabique, la familia y el apoderado le apremian para que no se demore, estos personajes no pueden hacerse una idea concreta de qué está pasando. Con estas premisas, Gregor/Kafka, un joven solitario y fracasado, que aborrece la disciplina de un trabajo monótono y poco atractivo, y que está sometido a la dictadura paterna, amanece de pronto inmerso en una nueva realidad, una nueva situación que es incapaz de evaluar. Gregor ha perdido la capacidad humana, se ha convertido en otra cosa, en un estorbo que hay que alimentar y cuidar, en algo horrible que llega a ser detestado incluso por la familia; en definitiva, en un marginado en su propia casa. Esta transformación cambiará radicalmente las relaciones de Gregor con la familia y con la sociedad.
Pero, ¿qué pretende trasmitir el autor con esta novela? Pongámonos en antecedentes,
hay que tener en cuenta que Kafka, ya en su época de estudiante, (se doctoró en leyes en 1906) era un muchacho delicado, y que posteriormente su salud se fue agravando, hasta que se le diagnosticó una tuberculosis, muriendo a la edad de 40 años. Siempre tuvo serios problemas con su autoritario padre, falta de comunicación con su madre y, en la época en que escribió La metamorfosis, incluso convivía con ellos y una hermana menor. Aunque su única pasión era escribir, se vio obligado a trabajar durante años en una Mutua de Seguros.
Miles de páginas se han escrito sobre las posibles interpretaciones de esta novela que no deja a nadie indiferente. A pesar de su estilo meramente fantástico, como el propio autor manifiesta en las cartas a Felice Bauer, su prometida de entonces, en verdad se trata de una fábula ambientada en un contexto perfectamente verosímil, un suceso del que nadie está exento, cualquiera puede verse atrapado hoy mismo en un accidente o en una enfermedad, en definitiva en una desgracia que pone al individuo ante una nueva tesitura, y por lo tanto, a vivir amarrado al suceso y sus circunstancias, tal y como le ocurre a Gregor y su familia. En un instante el mundo se viene abajo, las relaciones y el estatus familiar y social, pueden cambiar de la noche a la mañana.
El insólito habitáculo donde se desarrolla la ficción, con una ventana que aporta un ambiente sombrío y tres puertas, que al principio, están cerradas con llave por dentro, es el escenario vital de la novela, el lugar donde el enfermo se aferra al mundo exterior, a través de un cuadro que representa a una mujer vestida con pieles, o de sus pensamientos y recuerdos como el de “una camarera de hotel de provincias” o el más feliz aún, de “una cajera de una sombrerería a la que había pretendido formalmente, aunque con demasiados titubeos…” Gregor se muestra incapaz de asumir la realidad de su propia existencia; su transformación es definitiva, no tiene marcha atrás. Las tres puertas conducen respectivamente a la habitación de los padres, al cuarto de Grete y a la sala de estar: precisamente, coincidiendo con actos de indisciplina, esta última puerta será franqueada en tres ocasiones por el insecto, y en las tres el marginado, después de topar con la comunidad, será reprimido por la familia con violencia y desprecio por su temeridad. Son colisiones dramáticas que agitan al lector que, lógicamente está del lado del enfermo, y no concibe tanta brutalidad.
Era una manzana, al instante siguió otra; Gregor se quedó paralizado de horror, seguir corriendo no serviría de nada, porque el padre estaba decidido a bombardearlo. Del frutero del aparador se había llenado los bolsillos y ahora, sin apuntar demasiado, se las iba lanzando una a una.
Die Verwandlung, 1916
La voz del narrador, resulta muy interesante, en algunas ocasiones se confunde con la de Gregor, éste a pesar de su condición de insecto, sigue pensando como hombre e interesándose por el bienestar de la familia; por el contrario, el resto de los personajes, le consideran incapaz de razonar, motivo que conduce inevitablemente a la incomprensión, al rechazo y al aislamiento, elementos muy presentes en la novela. Es patente la ausencia de entusiasmo en la narración, confirmando así, los problemas de comunicación y la naturaleza de los personajes, e indagando en los conflictos de la familia nuclear de aquellos años, conflictos que se han acrecentado a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días. La autoridad, el egoísmo y la pereza son representados por el padre, la debilidad, la aflicción y la inseguridad por la madre, mientras que Grete, la hermana de 17 años, que, a excepción de ayudar algo en casa y de tocar el violín ocasionalmente, ha llevado una vida ociosa, representa los ideales juveniles, un espíritu bondadoso y altruista en principio, que gradualmente se trasformará en arrogante, para terminar aferrándose a ideales aburguesados.  
Hemos intentado todo lo humanamente posible para cuidarlo y aceptarlo, no creo que nadie pueda hacernos el más mínimo reproche
Y es que en La metamorfosis, no sólo padece la transformación el afectado directo, el enfermo; del mismo modo el entorno, tanto el material como el humano sufrirán acusadas alteraciones. La habitación amueblada, nexo de unión de Gregor con el exterior, queda medio desnuda, despojada del armario y del escritorio, por idea de Grete, y después, por la falta de limpieza se torna en un sucio cuchitril. También el resto de personas que conviven con el paciente, sufren una transformación. Antes del percance, Gregor llevaba cinco años siendo el sustento de la familia, y en muy poco tiempo, los señores Samsa y su hija, se ven obligados a buscarse la vida con trabajos poco cualificados, Grete, asimismo, empieza a estudiar por las noches. Sus vidas han cambiado radicalmente, el padre ha rejuvenecido, e incluso se ven obligados a alquilar una habitación a tres insólitos personajes para compensar la falta de ingresos. Pero no solo se transforma la inactividad en actividad, también lo hacen los sentimientos de la familia, que llegan a detestar al hijo y hermano, y a sentirse dichosos y liberados con la muerte y desaparición del diferente, creyendo alcanzar por fin, la tranquilidad y el bienestar con nuevas metas, sin comprender que éstas pueden verse truncadas al dar la vuelta a la esquina, nadie está libre del peligro, nadie está libre de levantarse un día convertido en… y sufrir una nueva metamorfosis.
Y cuando la hija, al final del trayecto, se levantó la primera y estiró su joven cuerpo, vieron en ello una confirmación de sus nuevos sueños y de sus buenas intenciones
En el Club de los 1001 lectores hemos leído otras novelas que también indagan en las relaciones del individuo con la sociedad. Evidente es la comparación con El extranjero de Albert Camus, tanto Gregor como Meursault se contentan con su nueva forma de vida y se adaptan a circunstancias familiares y sociales anteriormente desconocidas. También con El oficinista, de Guillermo Saccomanno, que incluso empieza con una cita de los Diarios de Franz Kafka: “Una experiencia que, por su exceso de soledad, sólo puede llamarse rusa”, puede establecerse una analogía, ya que en ambas obras, se abordan temas como los conflictos laborales o la soledad y la incomunicación en las relaciones familiares. En cualquier caso, hay otra coincidencia en las tres novelas, no son complacientes con el lector.

Reseña: +José A. Perales 

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