30 octubre, 2015

Reseña "Así empieza lo malo" de Javier Marías

“No hace demasiado tiempo que ocurrió aquella historia –menos de lo que suele durar una vida, y qué poco es una vida, una vez terminada y cuando ya se puede contar en unas frases y sólo deja en la memoria cenizas que se desprenden a la menor sacudida y vuelan a la menor ráfaga”
Javier Marías es un autor cuyo estilo se reconoce en la primera frase que se lee.
Juan de Vere, el narrador, nos cuenta en su madurez, los sucesos de los que fue testigo cuando en 1980, con apenas 23 años, encuentra su primer empleo como secretario y ayudante del director de cine Eduardo Muriel. Juan contempla sin comprender el desprecio y maltrato psicológico con que Eduardo castiga a su mujer, Beatriz Noguera. Ambos mantienen una relación desdichada debido a algo imperdonable que sucedió en el pasado.
Muriel le encarga a Juan que investigue a un buen amigo de la familia, el doctor Van Vechten, del que le han llegado ciertos rumores turbios de un comportamiento indecente en el pasado. Juan llevará a cabo su investigación tomando cuestionables iniciativas que le conducen a espiar a Beatriz, salvarle la vida en su intento de suicidio y contemplar con el tiempo como ésta acaba consiguiendo su propósito.

AMBIENTACIÓN Y ESTILO

La novela está ambientada en el Madrid de los ochenta, tras los años tensos posteriores a la muerte de Franco, cuando se transige con los delitos y circunstancias que tuvieron lugar en los cuarenta años anteriores.
El estilo es el habitual de Marías, con una voz narrativa en
primera persona reflexiva, con frases largas, deleitándose en la reflexión privada y en una acción que se mantendrá, como en muchas de sus obras, en suspenso, agrupada en torno al secreto, a hechos del pasado que determinan el futuro. El tono es introspectivo, íntimo, con alternancia de planos narrativos.

TEMAS

Marías es un gran observador del alma humana, de las conductas, manías, sueños, deseos, temores que mueven o paralizan y que en algunos momentos obligan a callar.
Los temas son muchos, la justicia, la culpabilidad, el matrimonio, el divorcio, el deseo sexual, la dificultad de saber a ciencia cierta nada, el engaño, la idea de que casi siempre es mejor no saber.

-- Memoria histórica y transición.
“Una guerra así es un estigma que no desaparece en un siglo ni en dos, porque lo contiene todo y afecta y envilece a la totalidad. Contiene todo lo peor… Fingir es esencial para convivir, para prosperar y progresar, y aquí no hay fingimiento posible después de habernos visto las verdaderas caras de facinerosos, después de lo que pasó”.
En la novela se plantea el tema de la necesidad o no de la memoria histórica y del ajuste de cuentas, de buscar una justicia retroactiva.
Eduardo Muriel quiere saber algo del pasado de su amigo el doctor Van Vechten pero ante nuevas circunstancias que le afectan (la ayuda de este médico ante el nuevo intento de suicidio de Beatriz) decide no saber, es más importante no perder esa amistad que involucrarse en lo que hizo.
En este sentido que es mejor, la amnesia colectiva, el olvido general de esos cuarenta años, la elaboración y falsificación de biografías para los nuevos tiempos… Marías lo deja claro, tanto en la novela como en sus opiniones, le parece bien que se llegara a ese acuerdo y que no se llevara a la gente a juicio, pero desde luego con lo que no transige es con no poder contar todo aquello que pasó.

-- Lucro y beneficio.

También centrado en el personaje del médico Van Vechten que aprovecha su situación de superioridad en el bando vencedor para chantajear y cobrar en especie su silencio.

-- Deseo sexual.

Deseo que se impone a la lealtad o el respeto.
“En aquellos instantes, en aquella noche cerrada, me parecía una suerte para mí que estuviera viva y palpitante, aunque sólo fuera por mi admiración sexual ya nada vaga ni amortiguada sino bien concreta y palpable y creciente, mi mirada había abandonado toda conveniencia de edad, posición o jerarquía”.
-- Perdón.

La arbitrariedad del perdón. Podemos disculpar hechos graves mientras que otros, que son pequeños, somos incapaces de hacerlo. Así mismo perdonamos aspectos básicos siempre que no nos afecten personalmente.

-- Mentiras, secretos, rumores.

“Lleva infinito trabajo silenciar lo cierto o contar embustes, mantenerlos es tarea titánica y más aún recordar cuales son”.
“Pertenezco a los que guardan algún secreto que jamás podrán contar a quien vive y aún menos a quien ya murió. Uno se convence de que ese secreto es pequeño, de que poco importa y en nada afecta a nuestras vidas… sin embargo no ha habido jornada en que no me haya acordado de eso, de lo que hice y pasó en mi juventud… es mejor que por si acaso lo siga callando, por nuestro bien, por el mío, quizá el de mis hijas y sobre todo el de mi mujer”.
“En realidad todo lo que se cuenta, todo aquello a lo que no se asiste, es sólo rumor”.
-- Renuncia a la verdad y a saber.

             “Así empieza lo malo y lo peor queda atrás, eso es lo que dice la cita de Shakespeare que Muriel había parafraseado para referirse al beneficio o la conveniencia, al perjuicio comparativamente menor, de renunciar a saber lo que no se puede saber, de sustraerse al vaivén de lo que se nos va contando a lo largo de la vida entera, y es tanto más que lo que vivimos y presenciamos y aún esto nos parece a veces contado, a medida que se nos aleja”.
            “Lo que importó ya no importa o muy poco, y para ese poco hay que hacer un esfuerzo; lo que resultó crucial se revela indiferente, y aquello que nos desgarró la vida se nos aparece como una niñería”.
PERSONAJES FICTICIOS, REALES Y PRESENTIDOS

FICTICIOS

-- Eduardo Muriel. Presenta una animadversión profunda hacia Beatriz. La insulta y se esfuerza por mostrarle rechazo y desprecio. Pretende minarle el ánimo y crearle inseguridades.
Es un hombre fiel a la palabra dada, a la que hace honor por encima de todo. Al sentirse apasionadamente enamorado de otra mujer durante la ausencia de su prometida, le sugiere por correo que no vuelva. Ésta, sin embargo, regresa y hace valer la promesa de matrimonio, fingiendo no conocer la carta. El cumple con su palabra y con el tiempo descubrirá el engaño no queriendo perdonar. Marías lo describe con una minusvalía, es tuerto.

            “Juan, te estoy hablando con el ojo que ve, no con el difunto”.
Este parche es un claro elemento simbólico que hace referencia a que somos tuertos ante lo que vemos y muchas veces miramos con el ojo “difunto”.

-- Beatriz Noguera. Es una mujer atractiva, inestable, de temperamento depresivo lo que le lleva a distintas tentativas de suicidio. Engaña a Eduardo con la ocultación de la carta sin medir el alcance dramático que supondrá reconocer su existencia.
Es una persona empeñada en recuperar a su marido, volver a aquel tiempo en que las cosas no eran así

“Mientras yo guarde ese recuerdo, conservo también la esperanza de que vuelvan a ser como fueron… uno no borra la memoria a su gusto… no quiero olvidarme ni superarlo… sino continuar en lo mismo, la prolongación de lo que hubo”.
Está amargada pero no puede desistir de su empeño

“Si me alejara de él, si me fuera o lo echara, renunciaría de verdad a lo que quiero, y eso sería mi definitiva condena”.
-- Juan de Vere. Es el narrador que lo ve todo desde la distancia del adulto necesitando contar la relación que tuvo con el matrimonio y que fue tan decisiva en su vida. Es una mirada melancólica sobre un mundo ido que se proyecta de cierta manera en su vida actual, casado con Susana, reproduciéndose temores y secretos.

“El pasado tiene un futuro con el que nunca contamos”.
Si en la noche en que mantuvo una relación con Beatriz, se le aparecía el rostro de Susana, hoy día recuerda a la madre al estar con la hija.

-- Susana Muriel. Guarda el secreto de haber espiado cuando Juan tuvo relaciones con su madre.

“Entonces me pregunto si no lleva toda la vida al corriente, si no fueron sus pasos descalzos los que oí por el pasillo… Jamás ha hecho referencia a eso, y yo menos, algunos secretos es mejor dejarlos”.
-- Jorge Van Vechten. Pediatra amigo de la familia. Es un personaje repelente, engreído, sin humanidad ni piedad, que se dedicó en el pasado a sacar partido de las informaciones de que disponía para chantajear, abusar de las mujeres y destrozar la vida de sus víctimas. En la actualidad, sigue coaccionando a las jóvenes amenazándolas con divulgar el uso de drogas.

“Nada da más satisfacción que cuando no quieren, pero no pueden decir que no”.
Esta historia fue tratada ya por Marías en el relato “Cuando fui mortal” donde un adulto comprende la realidad de las visitas de un médico a su casa cuando era pequeño: el chantaje hacia sus padres que consistía en satisfacer sus deseos con la madre, mientras el padre se quedaba en el salón escuchando la radio.

REALES

La obra está plagada de personajes del mundo cinematográfico, literario y artístico. Entre ellos el cineasta Jesús Franco, tío del autor; el director de orquesta Odón Alonso, también tío de Marías; el pintor Francesco Casanova; el escritor Juan Benet (admirado por Beatriz y amigo de Rico); el filósofo Fernando Savater; el escritor Chaves Nogales; el doctor Vidal (en realidad un antiguo compañero de Marías y su actual cardiólogo); el editor Manuel Arroyo, etc.
Entre estos, el más destacado es el filólogo Francisco Rico. Ya en otras obras anteriores el autor le había cedido pequeños papeles pero en esta es una figura destacada, arrogante, mujeriego y pedante.

PRESENTIDO

Un personaje fundamental de las obras de Marías es Shakespeare. En cualquiera que elijamos se revela, ya sea por medio de alusiones, en la temática o en los encabezamientos. Siete de sus títulos los toma de este autor. Él dice que lo comenta, lo cita, lo parafrasea porque es una fuente constante de fertilidad, su grandeza le invita a escribir, le da ideas sobre lo que no está escrito pero se adivina, sobre su misterio.

CONCLUSIÓN 
             
La novela me ha gustado aunque no es de lo mejor que he leído de Marías. Creo que es  demasiado extensa y habría ganado reduciendo la parte central.
Marías lo cuida todo, nada es al azar incluyendo la acertada cubierta de Balthus “Saliendo del baño”.
En conjunto, una obra donde destaca su peculiar prosa, estilo y enigmas

“No, nada de besos… no, nada de palabras”.

Reseña: +Carmen Molina

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