Título: Salmo 44
Autor: Danilo Kis
Editorial: Acantilado
Páginas: 125
ISBN: 978-84-16011-29-2
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Crítica: +Juan Carlos Galan
Lo primero que hice nada más finalizar la impactante lectura de este breve relato fue buscar el Salmo 44 que da título a la novela. El tal salmo, junto a otros 149, forma parte del Libro de Salmos del Antiguo Testamento perteneciente a los Libros Sapienciales. Consta de 27 versículos en los que el pueblo de Israel, tras mostrar su amor y servicio constante a Dios, se lamenta de que éste no los socorra ahora que lo necesitan especialmente: “Nos entregaste como ovejas al matadero/ y nos dispersaste entre las naciones; / … / Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos, / a la risa y al escarnio de los que nos rodean; / hiciste proverbial nuestra desgracia / y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo”.
Finaliza el Salmo con unas preguntas –auténticas
imprecaciones- a un Dios ausente, ciego y sordo: “¡Despierta,
Señor! ¿Por qué duermes? / ¡Levántate, no nos rechaces para
siempre! / ¿Por qué ocultas tu rostro / y te olvidas de nuestra
desgracia y opresión?”
En el campo de exterminio de Auschwitz a uno o dos
meses de su liberación definitiva por los aliados Zana, Marija y
Polia se preparan para escapar antes de que los nazis decidan acabar
con todos los encerrados allí. Polia está gravemente enferma por lo
que Zana decide dejarla (de hecho muere en su jergón antes de la
huída). Las otras dos mujeres más Jan, el niño de pocos meses que
ha tenido Marija, fruto de su relación con otro preso, Jakob, médico
ayudante forzoso del doctor Nietzsche, aguardan para emprender la
huída la señal que les hará Mask, auténtico Deus ex Machina, que
mueve los hilos de la resistencia en el campo pero del que nadie sabe
nada ni conoce su cara.
Durante las dos o tres horas que deben transcurrir
antes de iniciar la marcha, Marija dormita y los recuerdos acuden a
su mente de manera desordenada: La vida en el gueto antes de su
traslado en un tren de carga hasta el campo de exterminio, las filas
de cuatro en fondo que dirigen hacia las “duchas” de las que
nadie regresa, el encuentro íntimo con Jakob, la comunicación de
que lleva un hijo suyo en su seno, la tremenda dificultad con que
dentro del campo se viven
las acciones más corrientes (cambiar y
secar los pañales de un niño, tener la menstruación, etc.), los
insultos recibidos por Marija diez años atrás de sus compañeros de
escuela, etc. Estos recuerdos aparecen y desaparecen de su mente en
contrapunto con el momento real que está viviendo.
Comentario:
Si tuviese que dar en muy pocas palabras mi
impresión sobre las escasas 120 páginas que componen esta novela
diría lo siguiente: Cruda y dura narración en la que vemos cómo el
ser humano a pesar de haber sido reducido a la condición más
terrible e inmunda que se pueda concebir puede siempre elevarse,
liberarse y recuperar su condición y dignidad humanas.
Si bien hay una gran dureza en todo el relato, el
capítulo 9 que cuenta las degollaciones y descuartizamientos de los
cuerpos sin vida antes de arrojarlos al helado río Danubio es
especialmente horripilante. Estos brutales hechos se los cuenta a
Marija el marido de su tía Lula cuando ella la va a visitar a su
casa. ¿Dónde se sitúa esta acción? Aunque no se explicita la
localidad donde sucedieron, algunos detalles como las referencias al
muro verde y estar al borde del Danubio me lleva a creer que
ocurrieron en un gueto de los muchos que existieron en los países
invadidos de Europa Central durante los años de la II Guerra
mundial. Me siento tentado a pensar en el de Budapest pero por las
fechas (el gueto de Budapest sólo existió desde finales del mes de
noviembre de 1944) y por la nacionalidad del escritor -serbio de
Subotica en la Vojvodina- me inclino más por el de la localidad
serbia de Novi Sad, aunque sin poderlo afirmar con certeza.
El gran tema de esta novela es el de la esperanza.
La esperanza cimentada en la liberación que se adivina ya próxima y
que alcanza su concreción mayor en el pequeño Jan concebido dentro
del horror del campo de exterminio pero a partir de un acto de amor
libre deseado por ambos, Marija y Jakob. Estamos ante el encuentro
entre Eros y Tánatos: “la
presencia de la muerte
parece que siempre reta al amor a cruzarse con ella y acoplarse para
que de una vez por todas uno de los dos enarbole la bandera
victoriosa” (p.
44). En esta ocasión será el amor quien triunfe.
Desde un punto de vista más amplio la esperanza se
explicita ya desde el principio cuando leemos como “Los
cañones abaten lentamente el parapeto de hormigón armado de la
espera pasiva y de la resignación con el destino” (p. 12).
Se produce un acto de rebelión en estos judíos presos que se han
dejado llevar como ovejas al matadero, convertidos en
animales-humanos, y que ahora ante el sonido de los “cañonazos
que anunciaban el terrible amor de las naciones” (p. 108)
deciden levantarse y actuar como hombres libres llenos de esperanza,
y de temor, pues la muerte siempre está ahí. Zana ante la muerte
inevitable de la tercera compañera en la proyectada huída le dice a
Marija:
“Ahora ya muere el hombre. ¿Lo
entiendes? El hombre y no el animal. Hasta ahora moría el animal.
Así, creo, era más fácil morir” (pp.18 y 19)
Es una rebelión ante el futuro inevitable pero
también ante el estigma del judío errante e irredento que recoge el
título de la novela al enlazar con el Salmo 44 bíblico. La
vehemencia con que en el salmo sapiencial se arremete contra Dios
ante su dejadez: “¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? /
¡Levántate, no nos rechaces para siempre! / ¿Por qué
ocultas tu rostro / y te olvidas de nuestra desgracia y
opresión?“, la recoge este diálogo mantenido entre Zana y
Marija sobre la creencia en Dios:
-Un Dios de esperanza y de amor –dijo
Marija-. ¿Y cómo lo
querrías tú?
-¡No lo querría! –contestó
Zana- ¡Esperanza y amor sin Dios! Para no tener que rezar ni darle
gracias a nadie… Y que no sea a mi imagen. Porque entonces también
podría parecerse al doctor Nietzsche. Y a Hirsch. ¡Oh, no! Muchas
gracias!
-Bien –dijo Marija-. Mi Dios se
llama Jan. Mi hijo. (p. 89)
Danilo Kiš, autor de la novela Salmo 44 |
Otro asunto que se trasluce es el de la Memoria. A
Marija, cuando niña, su madre quería hacerle vivir una realidad
falsa ocultándole los motivos por los que ella y los judíos sufrían
desprecio y agresiones. Cuando al final del relato, en el Epílogo,
vemos a la familia al completo (Marija, Jakob y el niño Jan)
visitando el campo de exterminio al celebrarse el 5º aniversario de
su liberación, entendemos que estos jóvenes padres no quieren que a
su pequeño le suceda lo que les ocurrió a ellos. Saben que si no
ocultan a su hijo lo que ellos vivieron evitarán en lo posible su
repetición.
También, aunque muy tangencialmente, hay una leve
referencia al asunto del sionismo en el relato. Así lo quiero ver en
la separación, una vez ya libres, de Zana y Marija. Zana cuando Jan
nació lo recibió con la expresión: “Premier-né
d’Israel”, por lo que entiendo que ella es una
defensora de lo que 3 años más tarde se plasmaría en el nuevo
estado de Israel. Sin embargo Jakob, cuando está recuperándose
aunque emocionalmente abatido en el hospital militar, rechaza la
oferta que le presentan de irse a Israel. Para él como para Marija
lo importante no es la raza, ni la religión…, lo importante son
las personas.
Aparece asimismo la justificación filosófica de
los postulados que sostienen opresores (los nazis) y oprimidos (los
judíos presos en Auschwitz. Tal justificación he querido verla en
la conversación que en el capítulo 3 mantienen Jakob y el Dr.
Nietzsche, conversación que discurre bajo conceptos filosóficos que
se asocian con figuras de pensadores como Shopenhauer (voluntad,
idealismo y pesimismo profundos), Nietzsche (el superhombre, la
muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo
idéntico) y Bergson (intuición, conciencia, risa, libertad). El
siguiente fragmento de la novela creo que expone bien a las claras la
posición de cada uno de los actores:
“- ¿Sabe usted cuál es la
situación en los frentes? –dijo.
- Algo se murmura –contestó
Jakob.
- Por desgracia es cierto –dijo
el doctor Nietzsche—Los aliados avanzan. Usted lo sabe de sobra,
igual que yo.
- Más bien lo intuyo –dijo
Jakob.
- Sí, sí. Todos ustedes son
bergsonianos, ¡qué demonios! –hizo una pausa-: Intuición…
frente a voluntarismo.
- Hummm –dijo
Jakob-: ‘Also
sprach Zarathustra’
-Dejemos eso ahora –dijo el
doctor Nietzsche nervioso--. Vayamos al grano; esa conversación nos
llevaría muy
lejos” (p. 43)
Quizás esta alusión a Bergson le sirve a Danilo
Kis para introducir en el relato, tras la inmensa tensión con que
Marija ha asistido escondida al encuentro Jakob-doctor Nietzsche, el
único instante de relajación humorística que he visto en la obra:
- No podía más. No hubiera
aguantado ni un segundo más. Tu bata ha acabado conmigo. No
sé cómo puedo querer a un hombre cuya bata huele tan mal. Tendré
que buscarme otro.
Luego él dijo:
- No
sé cómo puedo querer a una mujer que se desmaya tan fácilmente.
Tendré que buscarme otra
–las palmas de sus manos reposaban suavemente en las mejillas de
ella” (p. 50)
Aspectos formales:
Desde el punto de vista meramente formal, el
contenido de la novela se reparte a lo largo de 12 capítulos breves.
Los 10 primeros transcurren en tan sólo las dos o tres horas que han
de esperar las fugitivas hasta que Mask les dé la señal convenida.
El 11º y 12º, nos remiten a la vida ya en libertad de Marija y la
esperanza de su reencuentro con Jakob, que finalmente se produce.
El Narrador es una 3ª persona que relata cual si de
una cámara fotográfica se tratase, con la máxima objetividad. La
narración presenta dos momentos temporales en contrapunto: la tensa
espera del instante de emprender la fuga, que se hace de manera
lineal; y los recuerdos que en el estado de duermevela en se
encuentra Marija acuden a su cabeza de manera desordenada, tanto
temporal como espacial. La técnica caleidoscópica es la
utilizada para presentar este azaroso discurrir de los asuntos del
pasado que en algunos momentos se imbrican los unos dentro de los
otros en una estructura tipo las matrioskas rusas (“mise en
abyme”, dicen los narratólogos). A mí me ha llamado especialmente
la atención la del recuerdo de su salida al teatro siendo
adolescente con su primera menstruación en ciernes, cuya aparición
le sirve de marco para el recuerdo del parto sobrevenido en el campo
de exterminio, que por su parte le evoca el recuerdo de Polia
limpiándola; la misma Polia a la que ahora ellas han de lavar por su
fallecimiento. ¡Fantástico!
Al cobrar los recuerdos, -la memoria personal-, un
papel importante en la novela, la tradicional separación
entre lenguaje narrativo y lenguaje poético tiende a
borrarse. Esta es quizás una de las características más
interesantes del relato en el que hay frases tan poéticas como las
siguientes:
“El
acibarado olor de hospital que absorbía por los ojos, le revolvía
las entrañas y le producía náuseas” (p. 27)
“Ya
no recuerda las caras, sólo la procesión de esqueletos de
recuerdos” (p. 63)
“Había
querido estampar en la frente de Jan el sello del martirio y del
amor, el que Jakob y ella se habían ganado con sus sufrimientos.
Pero el premio debía corresponderle a Jan. Y ella estaba muy
orgullosa de su misión: transmitir a Jan la alegría de aquellos que
de la muerte y del amor habían podido crear una vida.”
(p-121)
Conclusión:
Una novela impresionante que poetiza una terrible experiencia histórica y que logra transmitir la brutalidad a la que es capaz de llegar el hombre cuando es movido por ideologías excluyentes.
Una novela impresionante que poetiza una terrible experiencia histórica y que logra transmitir la brutalidad a la que es capaz de llegar el hombre cuando es movido por ideologías excluyentes.
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